SAL: NADIE ES PROFETA EN SU TIERRA: ✓
(Brotes
de olivo)
A
Nazaret Jesús vino, donde Él se había criado.
Y entró, como de costumbre, en la asamblea, del sábado.
Se
levanto a leer, un libro de profecías.
Desenrollando los textos, habló sobre Isaías.
"El Espíritu de Dios sobre mí
se ha posado.
Desde el principio me ungió y a anunciar me ha enviado
la Buena Nueva a los pobres la libertad al cautivo
dar la vista a los ciegos y desterrar el castigo.
Proclamar a viva voz la amnistía de Dios vivo".
Y dando fin a la lectura, la devolvió al ministro.
"Esto
que acabáis de oír, en mí, hoy, se ha cumplido".
Y muchos se admiraban por lo visto y por lo oído.
Mas los demás decían: "Es el hijo de
José".
Y el enviado de Dios no tardó en responder:
"De seguro me diréis:
Médico cúrate;
las obras de Cafarnaúm,
hazlas aquí también.
Mas en verdad os digo que aquí las puertas me cierran.
No he sido bien recibido. Nadie es profeta en su tierra".


















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