AYUDEMOS, ALMAS: ✓
Ayudemos, almas, de tanto penar;
a la Virgen pura de la Soledad.
1. Al pie de la cruz, la vemos que está;
la Madre sin Hijo porque ha muerto ya.
9. "Por culpas ajenas, estas de esta suerte;
por librar al hombre de la eterna muerte."
12. Triste y afligida, entra a la ciudad;
llena de dolor, llena de pesar.
7. En sus dulces brazos, tierno lo estrechaba;
con amargo llanto sus llagas besaba.
16. Herido tu pecho, con siete puñales;
tus ojos en llanto Señora deshaces.
15. "¿Dónde está mi amado?" decía
adolorida,
"¿Dónde está mi bien?, ¿Dónde está mi vida?"
AYUDEMOS, ALMAS: ✓
Ayudemos, almas, de tanto penar;
a la Virgen pura de la Soledad.
1. Al pie de la cruz, la vemos que está;
la Madre sin Hijo porque ha muerto ya.
2. Se aumenta su pena, de ver a Jesús;
que no hay quien lo baje de la Santa Cruz.
3. Crece su dolor, pues no haya sudario;
para revestir el cuerpo sagrado.
4. Tanta es su pobreza, pues no hay un sepulcro;
para sepultar a su Hijo difunto.
5. Tres necesidades, tuvo nuestra Madre;
pero Dios le envía quien se las socorra.
6. José y Nicodemo de Arimatea;
bajan a Jesús y a María lo entregan.
7. En sus dulces brazos, tierno lo estrechaba;
con amargo llanto sus llagas besaba.
8. "¡Ay, Hijo de mi alma, prenda de mi vida;
cómo está tu cuerpo todo hecho una herida!”
9. "Por culpas ajenas, estas de esta suerte;
por librar al hombre de la eterna muerte."
10. Sepulcro a Jesús, dieron, a su Madre;
de pena y dolor el pecho se le abre.
11. Con San Juan se va, porque es el amado;
a quien Jesucristo la había encomendado.
12. Triste y afligida, entra a la ciudad;
llena de dolor, llena de pesar.
13. Allí vio la calle, donde lo aprendieron;
y donde de muerte sentencia le dieron.
14. Entra a la ciudad, se desata en llanto;
no hay quien la consuele en tanto quebranto.
15. "¿Dónde está mi amado?" decía
adolorida,
"¿Dónde está mi bien?, ¿Dónde está mi vida?"
16. Herido tu pecho, con siete puñales;
tus ojos Señora en llanto deshaces.
17. ¡Salve, dolorosa y afligida Madre!;
¡Salve tus dolores, a todos nos salves!
18. ¡Adiós, Madre mía!, ¡Adiós, mi consuelo!;
¡Adiós, mi esperanza!, ¡Madre del eterno!
19. Hombre, fuiste causa, de esta soledad;
llora tu pecado llora tu maldad.


















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